El arte, o por lo menos eso que desde la subjetividad personal intuimos como tal, ha contribuido desde la noche de los tiempos a cuestionar de forma directa su propia veracidad y de forma indirecta nuestra propia carencia de análisis como espectadores, presentándose como una negación a sí misma. En otras palabras, todo el arte que nos presenta la alternativa entre arte y no arte (anti-arte), estimula la pregunta acerca de la pertinencia de una creación artística tanto en sentido técnico, como en sentido metafísico (1).
Por otra parte, el Arte ha sido proclamado desde dogmas que condicionan los juicios de valor que deben inferir en el público, y éste, despojado de su libertad de criterio, guarda más silencio y reverencia en los museos que en las antiguas catedrales medievales en tanto el arte se nos presenta casi como un sustituto de la experiencia religiosa. La reiteración de las estructuras consabidas además de alimentar el confort gregario del espectador, castran el libre uso de sus facultades intuitivas (eso que habita en el fondo de los juicios según Kant), e impiden que se interrogue sobre las reglas que determinan la ideología de la ilusión artística ante la cual se encuentra sujeta su sensibilidad, pues en ese mismo instante y gracias a las deformidades pragmáticas que ha impuesto los guiones historicistas, el espectador actual está muy lejos de operar con el entendimiento sobre lo que ve, y sobre lo que lee (2). Como consecuencia, se han sacralizado en el sistema del arte, una cantidad de objetos y elementos “artísticos” que no tendrían por qué serlo.
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El 12 de Agosto de 1961 el artista Piero Manzoni presentó por primera vez su “Mierda de artista”(3). La filosofía y la historia del arte han propagado que el arte se construye como un espejo que refleja a la sociedad y el contexto a la cual pertenece, es decir, toda manifestación artística se recubre de una especie de "espíritu de la época". En este sentido la pregunta sería la siguiente: ¿Por qué quienes dicen entender de arte, configuraron a través de teorías y juicios, la mierda de Manzoni como un elemento cultural y educativo, siendo el arte precisamente uno de los pilares de la cultura? La respuesta, abarca además a un gran número de obras que históricamente se designaron como los hitos de una vanguardia: La mierda de Manzoni, más que una pieza de arte, es un producto de expresión que se presentó en su momento como una novedad, es decir, a Manzoni se le ocurrió primero. ¿Es el arte contemporáneo entonces un cúmulo de ocurrencias?
Para nosotros como espectadores se nos hace familiar que el arte contemporáneo se base generalmente en ocurrencias; y sucede que ya nos cansamos de ellas, derivando en una absoluta ausencia de asombro. El asombro, por otro lado, es determinante al momento de observar una pieza artística, ir a un evento, o asistir a una charla. Esta ausencia opera casi como una ley perceptiva de la época, en tanto la mayoría de las piezas de arte pueden causar curiosidad, risa, disgusto, simpatía, apatía y aún placer, pero, al el espectador de nuestro días ya nada puede asombrarlo.
Piero Manzoni junto a su obra Mierda de artista 1961
En este sentido, si la ocurrencia y la novedad son los síntomas de lo contemporáneo, es determinante que son síntomas aislados que han sido introducidos desde la complacencia hacia el espectador y esto nos habla entonces de una concepción estética banal y hegemónica; es decir, ¿Es esto la vanguardia del pensamiento? ¿Es este el desarrollo artístico que promueve el avance intelectual y cultural del hombre, o se convierte el arte contemporáneo en la retaguardia de la cultura? ¿No será entonces que nos toman el pelo, pero nos fiamos de los que se dicen sabios?Lo que para el arte es una innovación, en la historia al margen de ésta, es algo ya establecido. Aquí entra en discordia la paradoja experiencial que propuso Josep Beuys: "todo ser humano es un artista, y cada acción, una obra de arte." (4), como parte de su concepto de “Escultura social”; sin embargo, la frase (que todos gustan usar sin medida y sin entendimiento cabal de lo que Beuys allí propone) comienza a tambalear en el instante mismo en el que cada mierda de cada hombre en el mundo no podrá estar jamás en los aposentos sacros de un Museo (por fortuna).Lo que Gunther Von Hagens hace con los cuerpos, en su mayoría orientales muertos en las guerras (imaginemos las exhibiciones que habría hecho en tiempos de Hitler) parte de prácticas realizadas 3.500 años a.C, y, aunque parezca curioso, la motivación de estas prácticas son aún más cercanas a las de Von Hagens actualmente: en Bubastis, cercano a Zagazig, durante la Dinastía VI (2300-2600 a.C.) se erigió un templo en honor a la diosa Bastet (la mujer gato) donde cientos de cuerpos de gatos fuero momificados para este fin; recientemente se examinaron por medio de rayos X en el Museo Británico de Londres 53 de los gatos momificados que existen en la colección de este centro londinense y detectaron que 44 de ellos eran cachorros de menos de un año, lo que hizo pensar que se trató de un negocio, muy alejado ya de su fin místico o religioso. El examen también reveló que el vendaje se colocaba de manera que simularan la posición de estar sentados.La mofa que hace a los cuerposVon Hagens, (a quien no le gusta ser llamado artista), puede quizás solaparse desde el carácter científico, y por tanto educativo que poseen los cuerpos plastinados. Eso sí, los cuerpos de Von Hagens serán nuestras momias del mañana. Luego, el "novedoso" tiburoncillo de Damien Hirst embuído en formol, hace que todo esto puede tratarse de una idiotez disfrazada.
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REFERENCIAS:
1. ver, El arte y lo sacro,
Francisco Xavier Miranda
2. "Desafíos de la pluralidad" Grabriel
Aranzueque
3. Mierda de Artista, http://www.pieromanzoni.org/PDF/SP/Manzoni_Mierda_de_Artista.pdf
4. Joseph Beuys: La escultura social, en “El arte como medio de expresión política”
María Mercedes González Cáceres.
5. ORLAN, La caída de la metáfora: cuando
lo real se adueña de la escena. http://antroposmoderno.com/antro-articulo.php?id_articulo=875
6. Ver, El impacto de lo nuevo, Robert Hughes
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