miércoles, 10 de diciembre de 2025

EL GUARDIÁN Y EL ORO

 El arte urbano como iniciativa para transformar el territorio

Mural “El guardián y el oro”. Jefa Art. Liceo San Luis Gonzaga. Cortesía: Galería Buganvilla. 

Como parte de la Bienal Internacional de Arte de Antioquia y Medellín (Bi_AM), la artista urbana Jefa Art realizó una micro residencia en la Galería Buganvilla, que se empieza a definir como un espacio íntimo, pero cargado de potencia comunitaria. Durante varios días, la artista, reconocida por su trabajo como muralista con una fuerte sensibilidad social, se vinculó con estudiantes y habitantes del municipio para crear un mural colectivo en el Liceo San Luis Gonzaga. El resultado sin duda dejó a todos maravillados, pues su diseño representa el espíritu del territorio, cargado de alegría, color y vitalidad. “El guardián y el oro”, título que se le ha otorgado a este mural, plantea una reflexión sobre la minería, el oro y la necesidad de una explotación responsable. “Es un llamado a respetar la verdadera riqueza: la vida”.

En ese sentido, lejos de llegar con una obra cerrada, la artista propuso un proceso abierto, donde la conversación se convirtió en su herramienta creativa. Además, durante el desarrollo la acompañaron los artistas locales Jonathan Valderrama, Fredy Molina y Holanda de Holy Tatoo, quienes aportaron desde su conocimiento del territorio y su relación cotidiana con la comunidad. Este diálogo, entre artistas, visitantes y creadores locales, permitió que el mural no solo quedara como una pieza visual importante, sino como el testimonio de este encuentro.

Jefa Art en compañía de algunos artistas de la región. Cortesía: Jefa Art. 

Como parte de la residencia, Jefa Art también ofreció un taller introductorio en el que compartió técnicas, métodos y formas de aproximarse al espacio público como un lugar de construcción simbólica. Para los jóvenes y vecinos participantes, fue una oportunidad para comprender el mural no solo como imagen, sino como una práctica que teje historias y fortalece la identidad colectiva.

“Lo que más me gustó fue interactuar con las personas del pueblo, hay demasiado potencial. Más allá de pintar un mural, es sembrar esa semilla del arte en las personas y los artistas del territorio, porque finalmente son ellos los que viven allí y pueden leer su contexto… No hay nada más enriquecedor que sean los mismos habitantes los que hagan parte de esa transformación”.

La realización de esta intervención tuvo sus retos y matices, entre ellos -cuenta la artista- en un principio, el rector de la institución tenía sus dudas sobre brindarles los permisos necesarios para el uso del espacio, dado que no sabía qué tipo de obra se iba a realizar. Por lo mismo, este resultado, más que grato, les enseña a todos que el arte urbano no siempre tiene que ser agresivo o sin propósito, y que estos proyectos son la mejor manera de demostrar que la poética de la pintura también puede estar presente en las calles. Así mismo, esta experiencia tiene un valor especial si se piensa en el papel de las mujeres artistas en Colombia, cuyas voces deben seguir tomando presencia en los territorios. La participación de Jefa Art en un municipio histórico como Santa Fe de Antioquia aporta una mirada renovadora y necesaria: demuestra que las mujeres no solo ocupan espacios en los grandes centros culturales, sino también en los procesos comunitarios que transforman la vida local.

Así pues, me encuentro gratamente sorprendida, dado que toda mi familia es de este hermoso territorio, he recorrido sus calles desde pequeña y hoy, como crítica de arte, veo con entusiasmo cómo Santa Fe de Antioquia avanza en la consolidación de una “Ciudad madre” que se interesa mucho más por el arte y la cultura. Sobre esto, vale destacar que se ha manifestado la intención de realizar un circuito de murales, impulsado desde el Centro Cultural y Comunitario La Maquea y el Museo Juan del Corral, un proyecto que busca activar el arte público como herramienta de cohesión, memoria y participación ciudadana. En ese contexto, la residencia de Jefa Art se convierte en una apertura significativa: un gesto que permite imaginar un futuro donde los agentes culturales del municipio: instituciones, artistas, jóvenes y comunidades, trabajen en red para construir un paisaje urbano más inclusivo y poético.

Tal y como lo señaló el sociólogo del arte Howard S. Becker, “El arte es el resultado de la cooperación entre muchas personas que, juntas, hacen posible lo que nadie podría realizar por sí solo”. La experiencia de Jefa Art en Santa Fe de Antioquia dentro de la Bienal de Arte que finaliza su itinerario, es precisamente eso: un acto colectivo, un encuentro que siembra posibilidades y que demuestra que el arte, cuando se hace con otros, transforma.

Cortesía: Galería Buganvilla. 

lunes, 11 de agosto de 2025

Bajo el signo de Saturno: el regreso de lo sagrado y lo adivinatorio al arte contemporáneo

“Yo vine al mundo bajo el signo de Saturno: el planeta de revolución más lenta, el astro de las dudas y las demoras… “

Walter Benjamin.
El origen del drama barroco alemán, 1922

 

Las espiritistas, 1903 (Detalle)

Vista de la exposición “Bajo el Signo de Saturno”. Cortesía MUNAL

Me vi hace unos meses intuyendo que el arte volvía la mirada hacia las prácticas espirituales, los saberes ancestrales y las cosmogonías antiguas —a menudo paganas— como fuentes legítimas de pensamiento estético y cultural. Lejos de un fetichismo folklórico, esta reapropiación y resignificación responde a una necesidad colectiva de cuestionar la única lectura racionalista del mundo y recuperar formas simbólicas para nombrar el acontecer de fenómenos que atraviesan la existencia de la humanidad en este mundo. Autores como Alberto Luque Pendón ya identificaron hace décadas cómo el esoterismo conforma una parrilla interpretativa para entender ciertas búsquedas modernas: un proceso de secularización y reencantamiento cultural que no ha dejado de mutar. Ese retorno se manifiesta en exposiciones, ciclos de conferencias, libros y programas públicos que colocan al espiritismo, la astrología, el tarot, la magia o la alquimia en diálogo con la práctica artística.

El Museo Nacional de Arte (MUNAL) inauguró la exposición Bajo el signo de Saturno. Adivinación en el arte, el 15 de mayo de 2025. La muestra, curada por David Caliz permanecerá hasta el 15 de febrero de 2026 y propone un recorrido por la historia visual de las ciencias herméticas y adivinatorias: la astrología, el espiritismo, la quiromancia, el tarot, y las propone como un “dispositivo de pensamiento creativo” que ha influido en generaciones de artistas. 

Algo que he valorado especialmente de la curaduría, es su génesis; pues parte de la carta astral que André Breton elaboró para Jean Schuster, ahora en el acervo del museo. A partir de allí se tejieron las correspondencias entre piezas de distintos siglos y prácticas esotéricas. Este gesto, tan agudo como creativo, exhibe dos líneas curatoriales: por un lado, la genealogía histórica (cómo el imaginario adivinatorio se inscribe en la modernidad y el siglo XIX); por otro, su persistencia en la mirada contemporánea, que se encuentra resignificando símbolos del pasado a través de fotografías de archivo, pinturas y documentos, donde la selección refuerza la idea de que lo esotérico no es una curiosidad marginal, sino parte integrante de la historia visual.


Juan Téllez Toledo, Las espiritistas, 1903. 


Vista de la exposición “Bajo el Signo de Saturno”. Cortesía MUNAL


Agustín Víctor Casasola, La adivinadora, 1930. 


Vista de la exposición “Bajo el Signo de Saturno”. Cortesía MUNAL


Vista de la exposición “Bajo el Signo de Saturno”. Cortesía MUNAL

La exposición se articula en cuatro núcleos temáticos que invitan a reflexionar sobre el destino, lo desconocido, el porvenir y los modos de adivinación. El recorrido o guion curatorial funciona como una suerte de “mapa” de preguntas más que como una cronología cerrada, pues deja al visitante en un estado de tensión entre mirada racional y la experiencia visionaria de esas prácticas milenarias.

En términos curatoriales evita la exotización: las prácticas adivinatorias aparecen tratadas como saberes sociales y estéticos, con su carga histórica y sus contradicciones. 

Por otra parte, si hubiese que apuntar una crítica mucho más atenta, sería la de la necesidad de profundizar un poco más en voces no europeas que reflejen esas prácticas a cosmovisiones indígenas o afrodescendientes. Sin embargo, el museo abre un espacio fértil donde ofrece conferencias, ciclo y repertorio visual que permiten al público pensar la estética y la imaginación como territorios atravesados por la fe, la duda y la adivinación. 


Vista de la exposición “Bajo el Signo de Saturno”. Cortesía MUNAL


Vista de la exposición “Bajo el Signo de Saturno”. Cortesía MUNAL


Vista de la exposición “Bajo el Signo de Saturno”. Cortesía MUNAL


Vista de la exposición “Bajo el Signo de Saturno”. Cortesía MUNAL

Saturno en mi Pódcast LA SALA DE LOS ESPEJOS 

Quisiera aprovechar para destacar el Episodio 7 sobre Saturno en La Sala de los Espejos, un episodio que encuentra un eco casi profético en esta exposición. Más que una coincidencia cronológica, podemos leer este cruce como ejemplo de sincronicidad creativa: dos diálogos independientes: mi pódcast y la muestra del MUNAL, entrando en correspondencia porque comparten interrogantes claves: ¿Qué significa el tiempo en una era de crisis? ¿Cómo representar la incertidumbre colectiva? ¿Qué lugar ocupan el destino y la intuición en la producción cultural contemporánea?



viernes, 6 de junio de 2025

Hilma af Klint y el alma vegetal del mundo


Hilma af Klint:What Stands Behind the Flowers. Museo de Arte Moderno de Nueva York.
Foto: Jonathan Dorado.

En enero de 1917, la artista Hilma af Klint (1862–1944), anunció una nueva fase en su práctica. Durante la década anterior, se había dedicado a crear un ciclo épico de pinturas vibrantes, llenas de formas orgánicas y geométricas, que se cuentan entre las primeras incursiones en la abstracción de esa época. Su enfoque en estas obras estuvo motivado por exploraciones espirituales y guiado por instrucciones de mensajeros divinos. Sin embargo, al sentirse “adoctrinada”, comenzó a verse a sí misma como “un recipiente que se llena desde lo alto y que, por lo tanto, se ha estado desbordando constantemente”. Decidió entonces “llenar el cuenco a través del estudio de sí misma” y dirigió su atención hacia el mundo natural.

Estas investigaciones culminaron en sus Estudios de la naturaleza, una carpeta de cuarenta y seis dibujos que combinan representaciones tradicionales de plantas con flores y enigmáticos diagramas abstractos. Realizados en 1919 y 1920, los Estudios de la naturaleza revelan a af Klint como una naturalista de mirada aguda, cuya vasta comprensión botánica moldeó su visión artística. Para ella, esta observación minuciosa del entorno estaba indisolublemente ligada al descubrimiento espiritual: “Cuando volvemos la mirada hacia el reino vegetal”, escribió, “este nos brinda información sobre la composición de nuestro propio ser”.

Con el anhelo de “explicar lo que se esconde detrás de las flores”, af Klint ofrece una guía para mirar de forma atenta, vigilante y generosa. Comenzando con obras que dan testimonio de su compromiso constante con la naturaleza, e incluyendo materiales de su mundo botánico, esta exposición presenta por primera vez sus Estudios de la naturaleza. Al poner en diálogo la representación y la abstracción, la observación y la visión interior, el arte y la botánica, af Klint reconoce un ecosistema lleno de posibilidades y propone una forma de estar en el mundo basada en la interconexión de todos los seres vivos. “Este mundo”, declaró, “es el mejor libro de texto”. (Fragmento del texto, MoMA).



Portada de Hilma af Klint: What Stands Behind the Flowers, publicado por el
Museo de Arte Moderno, Nueva York, 2025.


Flores, musgos y líquenes. Concebida entre 1919 y 1920; copia de artista terminada en 1926. Cuaderno con acuarela, pintura metálica, lápiz y tinta. Fundación Hilma af Klint, Estocolmo.

Hilma af Klint. Abedul de la serie “Sobre la contemplación de flores y árboles”. 1922.
Acuarela sobre papel, 17 × 25 cm. Fundación Hilma af Klint, Estocolmo (HaK 639).

Hilma af Klint. Probablemente, Agaricus bisporus (Hongo cultivado). C. 20 de octubre de 1893. Acuarela, gouache, lápiz y tinta sobre papel, 41,6 × 30,3 cm (16, 3/8 × 11, 15/16 pulgadas). Museo de Historia Natural de Estocolmo. Archivo M. A. Lindblad.


Mucho antes de que el arte abstracto encontrara su lugar en la historia oficial, Hilma af Klint ya dibujaba el alma invisible de las cosas. Esta nueva exposición en el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA)dedicada a sus estudios botánicos, nos invita a mirar más allá de las formas, hacia la energía latente de la naturaleza, sutilmente trazada en cada hoja, en cada tallo, en cada pequeña flor o pistilo que contienen el gesto en el dibujo de una mujer que creía en la trascendencia de las cosas. En ese sentido, esta exposición no se trata solo de dibujos de plantas: se trata de mostrar ese lenguaje espiritual que florece desde la observación científica hasta el sentido místico, propio de una alma despierta como la de Hilma af Klint.


Hilma af Klint. Tulipa sp. (Tulipán). Hoja 35 de la carpeta “Estudios de la Naturaleza”. 20 de mayo de 1920. Acuarela, lápiz, tinta y pintura metálica sobre papel, 49,8 × 27 cm (19, 5/8 × 10, 5/8 pulgadas). Museo de Arte Moderno de Nueva York. Fondo del Comité de Dibujos y Grabados y donación de Jack Shear, 2022.


Hilma af Klint. Luzula campestris (Junco de campo), Viola hirta (Violeta peluda), Viola odorata (Violeta dulce), Chrysosplenium alternifolium (Saxífraga dorada de hojas alternas), Equisetum marvense (Cola de caballo de campo), Caltha palustris (Marigold de pantano), Ranunculus ficaria (Ranúnculo de higo), Carex sp. (Juncia). Hoja 4 de la carpeta “Estudios de la Naturaleza”. 9-15 de mayo de 1919. Acuarela, lápiz y tinta sobre papel, 49,9 × 26,9 cm (19,5/8 × 10,9/16 pulgadas). Museo de Arte Moderno, Nueva York. Fondo del Comité de Dibujos y Grabados y donación de Jack Shear, 2022.


Como se ha dicho, Hila af Klint fue una artista adelantada a su tiempo, pero, a su vez, estuvo profundamente enraizada en él. Su práctica botánica, iniciada durante sus años de formación en la Real Academia de Bellas Artes de Estocolmo, revela una rigurosa disciplina de observación, así como una temprana inclinación hacia lo inmaterial y hacia el misterio. Por lo mismo, en estos bellos estudios de helechos, flores, raíces y semillas podemos observar la manifestación latente, y esa voluntad de traducir lo visible en formas orgánicas que hablan desde el misterio, a través de pequeños gestos y símbolos propios de su cosmogonía artística y pictórica.

Vale destacar, además, que esta exposición en el MoMA cuidadosamente curada, nos sitúa frente a una dimensión menos conocida de su obra, pero que resulta fundamental para comprender su evolución como artista consciente del mundo invisible, pues recordemos, por ejemplo, la afinidad de las mujeres místicas con los elementos primordiales de la naturaleza, y cómo las plantas han sido de rotunda importancia para sus prácticas y aprendizajes. En este sentido, entendemos que aquí no hay grandes espirales ni diagramas cósmicos, pero hay, en cambio, una observación y una escucha atenta al mundo vegetal; una correspondencia secreta entre los ritmos de la naturaleza y los movimientos internos del alma. Así, cada línea parece seguir el pulso de una respiración más antigua que la nuestra. La respiración, sin duda, del alma vegetal del mundo. 



Vista de la instalación de Hilma af Klint: What Stands Behind the Flowers en exhibición en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, del 11 de mayo al 27 de septiembre de 2025. Foto: Jonathan Dorado.



Vista de la instalación de Hilma af Klint: What Stands Behind the Flowers, en exhibición en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, del 11 de mayo al 27 de septiembre de 2025. Foto: Robert Gerhardt.




Vista de la instalación de Hilma af Klint: What Stands Behind the Flowers en exhibición en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, del 11 de mayo al 27 de septiembre de 2025. Foto: Jonathan Dorado.

Estos dibujos botánicos los podemos considerar como ejercicios de precisión académica, así como las puertas a una sensibilidad increíblemente visionaria, porque lo que comienza como un registro científico de observación, termina por volverse en una suerte de escritura fluida, donde lo vegetal es también símbolo que vibra desde una conciencia que no separa lo espiritual de lo material, ni lo racional de lo intuitivo.
Desde el punto de vista institucional, es evidente que el museo propone, no solo, una mirada retrospectiva, sino una posibilidad de relectura sobre sus obras y sobre su mirada como artista mujer en una época donde surgían con ahínco las vanguardias, y el mundo natural, desaparecía del panorama. He aquí, nuevamente, la importancia de la mirada sensible y por qué no, femenina de una artista, mujer y quizás “bruja” como lo fue la de Hilma af Klint.

Para finalizar me surgen algunas preguntas: ¿Y si estos dibujos, fueran parte del gran proyecto esotérico de af Klint? ¿Y si cada pétalo dibujado encerrara una geometría sagrada? El gesto de observar una planta, y el de trazar un mandala, quizás no sean tan lejanos. 
Hilma af Klint dibujó flores, pero aquellas no eran solo flores; porque, en ellas, ya estaba contenido todo su universo esotérico y simbólico en expansión.



Vista de la instalación de Hilma af Klint: What Stands Behind the Flowers, en exhibición en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, del 11 de mayo al 27 de septiembre de 2025. Foto: Robert Gerhardt.


Hilma af Klint. Helecho y polipodio de la serie Sobre la contemplación de flores y árboles”. 1922. Acuarela sobre papel, 25 × 35 cm. Fundación Hilma af Klint, Estocolmo.


Hilma af Klint: Lo que hay detrás de las flores, se presenta en el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA) del 11 de mayo al 27 de septiembre de 2025.
 
Curada por Jodi Hauptman, curadora sénior del Departamento de Dibujos y Grabados, con la colaboración de Kolleen Ku, Chloe White y Laura Neufeld, la muestra exhibe por primera vez la serie completa Estudios de la naturaleza compuesta por 46 dibujos botánicos realizados entre 1919 y 1920. 

Fotografías: Cortesía MoMA. 


EL GUARDIÁN Y EL ORO

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