Sobre la falta de autocrítica en la producción de las imágenes del arte
El artista, como
productor y trabajador sin descanso, olvida algo fundamental a saber, mientras se aturde a sí mismo con pensamientos
que divagan entre sus ideales de “fama y estatus”, por un lado, y la esperanza
de una “buena fortuna”, por otro. Como si fuera un caballo con blinkers,
se desboca por ser el primero en llegar a la meta de la adulación, evadiendo la responsabilidad ética (incluso), sobre la producción de
una nueva obra y, por consiguiente, una nueva imagen que saldrá al mundo. Debo advertir
que esta responsabilidad está enfocada desde y hacia el arte, y no deviene de moralismos
pseudo marxistoides (sic), que incluyen la censura a todo aquello que no
se jacte de “comprometerse” con la vida y sus crímenes desde un contexto
específicamente político o social; sino, por el contrario, hablo una responsabilidad
en el sentido de pensar conscientemente la imagen.
Es decir, después de lo que se llamó desde Hegel como la “muerte” del arte, y que,
ya sabemos sobre el filósofo que jamás habló propiamente de una muerte si no de
su carácter pretérito, en tanto que el arte en su tiempo adquirió un carácter de
“reflexividad” mucho más propio del ámbito filosófico que de la sensibilidad, es
necesario que los artistas autoevalúen con verdadero criterio y autocrítica el
sentido de sus producciones: ¿Cuál valioso será el aporte que ha de generar
esta imagen/objeto para el arte, la sociedad y/o la construcción de una cultura?
¿Es necesaria esta muestra y realmente mi obra tiene un valor que sobrepasa la
vanidad personas y el ego? O mejor aún, retomando las preguntas que propuso el
artista Luis Camnitzer en su texto Ética y conciencia publicado en la
plataforma Esfera Pública:
Esta
obra ¿la hice porque verdaderamente necesité hacerla, o porque pienso que se
puede vender? ¿Realmente creo en esto, o lo digo porque se espera que lo diga? Con
esta otra obra, ¿me estoy repitiendo o estoy contribuyendo algo? ¿Estoy
trabajando para los demás o para mi ego y para promoverme? ¿No será presuntuoso
que me exprese públicamente? ¿Tengo algo que decir verdaderamente? ¿Me estaré
prostituyendo? ¿Esto es una pedantería o algo útil? Con este juicio, ¿estoy
construyendo o destruyendo? Al denunciar algo, ¿estoy denunciando o
explotando el dolor ajeno? ¿Por qué yo y no otro?