martes, 24 de septiembre de 2019

"El censurado hace bulla" El caso de los dos Lucas o lo que des-oculta el arte de la censura

En el año 2010 en la ciudad de Medellín, la censura se hizo a su amaño con un mural del Centro Colombo Americano realizado por el artista y hoy curador del museo de Antioquia Carlos Uribe. Una imagen del muchas veces utilizado en el arte Pablo Escobar (El Patrón), fue la causa de la alarma de esta "comprometida" institución. Sobre el caso, el crítico artista o el artista crítico Lucas Ospina opinó en un artículo titulado Lo que oculta la censura para Arcadia y para su blog que: 

"El arte que más atención recibe por estos días es el de la censura, tal vez esto se deba a que se trata de obras de creación colectiva: un artista hace una cosa, alguien la censura, el artista protesta, la prensa da forma y la audiencia reacciona. 
El censurado hace bulla, como la hizo hace poco Carlos Uribe cuando un mural suyo, alegórico al criminal Pablo Escobar, fue puesto sobre la fachada del Centro Colombo Americano de Medellín y a los tres días fue borrado por la institución: "He sentido violados mis derechos a la libre expresión y más aún, a mi condición reflexiva y libre como artista visual de expresar, señalar y opinar sobre lo que se antoje". 
Vino la prensa y la obra revivió, amplió su nuevo horizonte al mundillo nacional: el artista y el curador institucional se rapaban la razón, uno le daba curso a su letanía, el otro se metía en un berenjenal ético, decía que el mural fue borrado porque podía “herir sensibilidades”; no especificó si se refería a la sensibilidad propia —ser despedido— o a sensibilidades extremas que podían ejercitar su “condición reflexiva” a punta de petardos sobre la fachada del ente binacional (hay que ver si el antojo temerario del artista lo lleva a poner su mural sobre la fachada de su residencia).  Aun así, ambos antagonistas se pusieron de acuerdo para completar esta obra de género censura: el censurado la dibujó, el censurador la coloreó y la prensa la enmarcó. Algunos artistas se victimizan tanto que revelan algo más: el deseo de ser censurados, la atracción y necesidad por una fuerza externa y opresiva que los viole. El censor deja de ser bruto y su acto arbitrario pasa a formar parte de la obra: completa, hace y logra —gracias a la caja de resonancia publicitaria— lo que la inane política del arte no alcanza en lo social". 

Simpáticamente, fue la misma institución, ahora en Bogotá, la que censuraba luego de casi diez años, un mural realizado por la dibujante Power Paola y ¡Oh sorpresa! el mismo Lucas Ospina. Sobre esto no nos queda más que pensar en lo irónica que puede ser la vida cuando se burla de los que se burlan y nos recuerda lo insignificantes que somos frente a sus destinos caprichosos.
Así, cómo si se tratara de una paradoja, ahora al artista que escribía que "El censurado hace bulla" y que "Algunos artistas se victimizan tanto que revelan algo más: el deseo de ser censurados, la atracción y necesidad por una fuerza externa y opresiva que los viole", lo han censurado, ¿lo han violado?; y este, ofendido y por supuesto consternado, hace bulla en sus redes sociales. 

Imagen del Instagram de Lucas Ospina 

Paradójicamente también, mi sensación de que la obra cobraba mucha más importancia luego de ser censurada, una importancia que seguro no habría alcanzado si solo se hubiera realizado y terminado el mural, es más que otro punto irónico de todo lo que este caso sobre el arte, la censura y la crítica podría enseñarnos; máxime cuando las palabras de Lucas Ospina sobre el caso de Carlos Uribe no fueron tampoco arbitrarias:

"El censor deja de ser bruto y su acto arbitrario pasa a formar parte de la obra: completa, hace y logra —gracias a la caja de resonancia publicitaria— lo que la inane política del arte no alcanza en lo social".

Vale decir además que ha sido justamente la revista Arcadia, medio en el cual Lucas Ospina escribió su texto, el medio que le ha dado resonancia a este caso (además de esfera pública claro está). 
Así, lo que valdría la pena preguntarnos es: ¿Será que ahora, quizás otro Lucas Ospina y no el de hace nueve años, comparte con Carlos Uribe ese pequeño sentimiento de impotencia y desconcierto al ser censurado? O Lucas sabe sobrepasar esas cosas banales del ego que solo se permite un "artista victimizado".

¿Será que como muchos también han sospechado, esta censura es una farsa para conseguir visibilidad? ¿Será entonces esta la obra más importante del Salón Nacional, justo por las razones que el mismo Lucas Ospina en el 2010 suspicazmente señalaba?

¿Será que todo este alboroto es una manera creativa de mostrarnos el revés de la trama?, es decir, a la luz de un Salón que ha recibido ya algunas críticas, porque en efecto tiene cosas criticables, dicha obra mural en el Colombo, con todo y censura (mural que también mostraba personajes nefastos), serviría para cumplir con la retórica que ha propuesto el Salón (algo que no hacen todas las curadurías y menos algunas obras), como por ejemplo la de mostrarnos el otro lado de las cosas, "[...] la imagen que se quiere mostrar y la parte de atrás que da cuenta de las costuras, del proceso, de lo que ha sido escondido"... De lo inacabado, o de lo que no ha sido permitido terminar.

Analizando en paralelo tenemos que:

Caso Carlos Uribe: Colombo, mural, crítica al Estado, censura.

Caso Lucas Ospina: Colombo, mural, crítica al Estado, Censura.

Ahora bien, dada la visibilidad que se le ha dado al caso y la más que justa preocupación de todos en el medio, ¿es más importante el comentario de Lucas Ospina porque es de Lucas Ospina y era menos importante el comentario de Carlos Uribe porque lo hacía Carlos Uribe? O es hora de reconocer que la censura no fue una opción oportuna ni justa en ninguno de los dos casos.

Recordemos que el arte, sobre todo aquel que aboga por el derecho de la sociedad a la libre expresión y a la democracia, debería tener el tema de los egoísmos personales superados, y entre los mismos artistas, deberían ser más solidarios. Por lo mismo, supongo que en aquel entonces Lucas Ospina ejercía su papel como crítico y no se puso en los zapatos del artista, como ahora le tocó, pero la crítica en ocasiones también puede estar a favor de los artistas y del mismo lado; en lo que a mí respecta, por ejemplo, me pronuncio totalmente en contra de que a los artistas del Salón, tanto a Lucas como a Power Paola los hayan censurado; y se espera una respuesta coherente y digna de parte del Colombo Americano.

***

Por otra parte, sobre la censura, es uno de los actos de mayor cobardía que se ha repetido en la historia de la humanidad. Censurar implica que hay algo peligroso que puede desestabilizar un sistema, una institución, en suma al statu quo. La iglesia y la sociedad en general ha censurado a las mujeres por siglos, porque, en efecto, les resultamos peligrosas. En el arte, las obras que de manera aguda o incluso a través del escándalo un poco menos profundo, pero igualmente efectivo, han señalado aquello que, como sociedades mediocres, complacientes y cómodas nos molesta enfrentar, han sido censuradas en un acto que resulta brutal y alienante, un acto que atenta contra toda posibilidad humana de expresar, analizar, criticar y autocriticarse.

La censura no permite que el individuo se haga preguntas sobre lo que le han dado por hecho, por sentado, porque no hay nada más peligroso que una cabeza autónoma y pensante. El miedo que se esconde detrás del ente que censura, nos permite darnos cuenta de que aquello censurado tiene en efecto un valor casi incalculable. La censura, por lo tanto, estrangula el análisis y la reflexión, la censura detesta el diálogo; ese que posiblemente planteaban los artistas censurados en el Salón Nacional.

Sobre esto, resulta perverso y sobre todo irrespetuoso que en un evento que en efecto es pagado con recursos públicos, una institución que ha firmado un contrato se de el lujo de manipular lo que se puede o no se puede ver, lo que se puede o no se puede mostrar (el revés), evitando de manera premeditada que el público reconozca en aquellos dibujos, las atrocidades de un gobierno podrido, corrupto y vergonzante, que no deja más que muertos al paso cuando no se está de lado de sus intenciones infames. Alguien escribía en Facebook que el acto de pintar de blanco el mural de Power Paola y Lucas Ospina era lo mismo que decir "si no se callan los blanqueamos", como han hecho con tantas voces verdaderamente revolucionarias y con tantos líderes sociales.

En este mismo sentido y, sospechosamente, cuando las obras señalan las infamias del gobierno y del mismo personaje (al igual que si hablaran de Pablo), cualquier señalamiento sobre este, es callado, borrado y tapado; y como ejemplo, recordemos también la censura que se le impuso igualmente en el 13 Salón Regional de Artistas al caricaturista Chócolo, cuando su viñeta "Falso positivo" aparecía tapada con pliegos de cartulinas blancas (recuerden: "si no se callan los blanqueamos"), porque al parecer, escribió el mismo Chócolo para la revista Soho, "los organizadores del evento pensaron que el chiste de la caricatura podía ofender a la ministra, y entonces procedieron a tapar los diálogos de la obra con pliegos de cartulina blanca".

Imagen de un artículo sobre la censura a Chócolo en el 13 SRA. Fuente: http://articulosproyectosi.blogspot.com/2012/09/exposicion.html

Los ataques contra cualquier intento de la expresión artística sobre las infamias de un hecho político y social, es decir, toda rastrera forma de control, solo evita la participación y el acceso de todos los públicos y todos los espectadores a la realización de su derecho social originario; es decir, a ser sujetos críticos, activos y partícipes de la información que nos están dando.

Finalizo con una frase de Mario Vargas Llosa:
“Todas las dictaduras, de derechas y de izquierdas, practican la censura y usan el chantaje, la intimidación o el soborno para controlar el flujo de información. Se puede medir la salud democrática de un país evaluando la diversidad de opiniones, la libertad de expresión y el espíritu crítico de sus diversos medios de comunicación.”



miércoles, 6 de febrero de 2019

Los críticos de arte: una perspectiva desde Pablo Helguera

Durante mis reflexiones sobre"el mundo del arte" he pensado que aquellos que trabajamos en este sector deberíamos contribuir a que haya una mejor percepción de nuestra realidad artística y cultural. Cualquiera que sea nuestro cargo, como galerista, artista, director de museo o crítico de arte, debemos entender que aquella elección, tiene unos compromisos profesionales que necesitamos ejercer con disciplina y sobre todo, con sinceridad y ética. 
Tal y como escribía James Gardner, criticar al mundo del arte se ha hecho tan fácil, que el verdadero desafío intelectual parece ser encontrar algo agradable que decir de este.

En cuanto a los críticos de arte se refiere, aún parecen ser los personajes que más emociones negativas despiertan. Sin embargo, tal y como lo escribe el artista Pablo Helguera, los críticos de arte son sin duda un elemento clave en el proceso de evaluación de la producción artística. Sin ellos, toda obra se consideraría excepcional, sin posibilidad de mejoría alguna”.

A continuación, les comparto un fragmento del Manual de Estilo del Arte Contemporáneo, escrito por Pablo Helguera dedicado a los críticos de arte.


Artoon de Pablo Helguera. 

Principios básicos:


1. El crítico deberá de mostrar completa neutralidad en el ámbito social
Es importante para el crítico saber que, en el momento en el que entran a una galería, subirán dramáticamente las tensiones, y sus más mínimas expresiones serán objeto de escrutinio por parte del galerista. Es crucial mantener a toda costa una expresión estoica, también conocida como “cara de palo”.

2. El crítico deberá de mantener una actitud nivelada en lo relacionado con su autoestima
Para bien o para mal, la única razón por la que se le invita a eventos sociales y se le da un tratamiento favorable es porque tiene el poder de su crítica. De manera que un crítico que abandona su puesto de crítico puede sufrir una profunda depresión. Se le recomienda a los críticos que abandonan sus puestos el huir del país, y del mundo del arte en su totalidad.

3. El crítico deberá de ser particularmente escrupuloso en esconder su malograda carrera artística de juventud, que será sin duda, de ser descubierta, objeto de constantes humillaciones y críticas del medio artístico. 

4. Asimismo, en ningún momento deberá el crítico revelar sus creaciones personales de clase alguna, sobre todo de poesía. Esto solo le llevará a ser el hazmerreír de todo el MA (Mundo del Arte).

5. En su reseña, el crítico debe de aparentar ser democrático, a pesar de que sea evidente qué clases de artistas le interesan y cuáles no le son de interés en absoluto.


Recursos vocales: 

El crítico deberá de ensayar, valga la redundancia, su voz crítica. La voz del curador deberá ser incisiva y resonante, a veces aterciopelada y a veces estruendosa, pero, ante todo, autoritaria. Se le recomienda al crítico el observar cuidadosamente la documentación sonora de las voces de Hitler y Mussolini, para obtener una idea de la forma en que la simple inflexión de la voz puede volver cualquier comentario subjetivo en un hecho incuestionable para el oyente. El insertar ciertas fórmulas verbales, tales como “todos sabemos que” en vez de utilizar “tengo la impresión de que”, puede resultar sumamente efectivo. 

Los ensayos por encargo: 

Los críticos, como es bien sabido, no pueden vivir de los pagos de sus críticas en revistas y periódicos, que no solo tienden a retrasarse de tres a seis meses, sino que cada uno apenas podría cubrir el costo de una comida económica. Por ende, estos tienen que encontrar otras maneras de sobrevivir. Una manera conocida es la del ensayo por encargo. En el caso de artistas a los que el crítico admira, esta clase de encargos no representan problema alguno, pero el caso más frecuente tiende desafortunadamente a ser lo opuesto. El crítico (o el curador o historiador, dependiendo el caso) en estas situaciones se encuentra con el gran dilema moral de ganarse la vida o jugarse su reputación al escribir sobre la obra de un artista cuestionable (escribir un ensayo negativo sobre el artista en el catálogo es una práctica que desafortunadamente nunca ha proliferado).  Como resultado, escribir el ensayo del catálogo de un artista malo es uno de los mayores desafíos de la carrera del crítico o del curador, y, sin embargo, estamos convencidos de que tarde o temprano todos enfrentan dicho desafío. 

A continuación, enumeramos algunas recomendaciones para sobrellevar la escritura de estos difíciles encargos: 

a) En estos casos se recomienda no tratar de argumentar lo imposible. Algunos críticos y curadores tratan de argumentar en su ensayo que la obra del artista es de hecho valiosa y algunos de hecho llegan a un grado de argumentación en la que ellos mismos parecen convencerse de ello. Algunos, los buenos escritores, consiguen transmitir con suficiente su pasión en defensa por el artista en cuestión, pero dicha argumentación desafortunadamente en todo caso solo llega a convencer a los lectores que el escritor ha caído en una temporal laguna crítica, dejando por general el dictamen de que el artista es malo de todas formas. 

b) Al comenzar el ensayo, el crítico deberá hacer una vaga y genérica reflexión filosófica en torno al medio en el que el artista está trabajando. Citar a Benjamín y Sontag, si se habla de fotografía, a Foucault y Derrida si se trata de arte conceptual, a Adorno y Deleuze si la obra trata de temas de género, y a Greenberg y Danto si se habla de pintura. 

c) Hacer una vaga y genérica reflexión sobre los temas que el artista trata, procediendo a un ‘simulacro’ de teorización en torno al tema. Dicho simulacro se puede realizar confrontando las teorías de los escritores anteriormente mencionados, en cualquier combinación. 

d) Pasar inmediatamente a mencionar la manera en que la obra del artista conecta con dichas teorías. Está por demás decir que la conexión que uno establecerá será por demás un tanto arbitraria, dado que, si el artista es poco sobresaliente, o no conoce estas teorías o su obra no genera ninguna clase de comentario significativo acerca de estas. Sin embargo, y dependiendo del talento del escritor, se puede construir un puente desde la abstracción teórica a la descripción genérica de la obra del artista ayudándola a ser percibida en un marco relativamente decoroso. 

e) El crítico debe de mantenerse al margen de cualquier juicio de valor sobre el artista, con el fin de no perjudicar su imagen. Es posible simplemente establecer las referencias arbitrarias y elaborar en esa parte, de esa manera protegiendo la credibilidad de uno. 

f) En ningún momento deberá el escritor tratar de establecer vínculos o relaciones entre la obra de este artista y la de otros, ya sea de su generación o de períodos anteriores, sobre todo si se tratan de artistas de verdadera estatura. Dicho intento de contextualización solo ayudará a revelar las carencias del artista frente a los atributos de los otros.

El juicio final: la reseña

Las reseñas— aquellas formas de escritura que son a la vez fervientemente deseadas y odiadas por el resto del mundo del arte— son los instrumentos de poder del crítico. Todos pretenderán que no las han leído cuando son negativas, y todos pretenderán haberlas leído si son positivas. Nunca nadie estará de acuerdo con ellas, a menos de que sean positivas y traten de uno mismo. El crítico debe de estar consciente del poder psicológico y emocional de sus escritos, y la capacidad que estos pueden tener de lanzar a cualquiera en una profunda depresión, euforia, o incluso al suicidio. Por esta razón el crítico debe de aprender a calcular fríamente sus reacciones más primarias, puesto que, si son demasiado negativas, incluso su propia vida puede estar en peligro.
1. La reseña debe reflejar al menos la idea de que el crítico estuvo en la sala de exposiciones. Muchos críticos escriben reseñas sin haber estado físicamente en el espacio, obteniendo información sobre la muestra del Internet. Para evitar situaciones comprometedoras, se le recomienda al crítico que corrobore con alguien que efectivamente la exposición tuvo lugar, pues puede darse el caso que la exposición haya sido cambiada de fecha y que esto no se haya anunciado en la página de Internet. Ha habido casos como estos en los que un crítico realizó críticas de una exposición que aún no había tenido lugar.

2. La reseña debe de partir de la idea de que uno entró al menos con una buena disposición al espacio de otra forma, el público lector considerará que el crítico tenía ya un juicio acerca de la muestra antes de entrar.

3. La reseña debe de tener “ritmo emocional”. Esto quiere decir que el buen escritor de la reseña no debe de anunciar su predilección o disgusto por la muestra sino hasta el último párrafo. Esto ayuda a que la reseña, como buena película de Hollywood, sea leída con expectación tanto por aquellos que están a favor como los que están en contra de la muestra. Si se consigue tal efecto, el último párrafo puede tener el poder de una explosión de fuegos artificiales si es positiva o el dolor de una daga enterrándose en la piel si es negativa.


DECLARACIÓN DE ARTISTA

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