lunes, 2 de septiembre de 2013

LAS DIATRIBAS HACIA EL FEMINISMO (El miedo a una palabra)


Feminismo.
(Del lat. femĭna, mujer, hembra, e -ismo).
1.     m. Doctrina social favorable a la mujer, a quien concede capacidad y derechos reservados antes a los hombres.2. m. Movimiento que exige para las mujeres iguales derechos que para los hombres. Real Academia Española © Todos los derechos reservados

El feminismo, ha sido como movimiento social, una de las manifestaciones históricas más cortopunzante para el sistema patriarcal gracias a su interminable lucha por edificar una sociedad más equilibrada. Contrario a las condenas hacia esta doctrina, “su origen (1789-1870) se fundamentó en la libertad de las mujeres en el antiguo régimen, para quienes aún después de la Revolución Francesa, los Derechos del Hombre y del Ciudadano se referían en exclusiva al ¨hombre¨ mas  no al conjunto total de seres humanos”  (Nash, y Tavera. 1995, p. 58). Sin embargo, como principio, fue deformado incluso por quienes hacían  parte de este movimiento; como consecuencia, se abrió una brecha profunda entre los planteamientos de un grupo de hombres y mujeres con una serie de intenciones justas y la manipulación ideológica que adoptó otro grupo social para quienes feminismo fue sinónimo de “odiar a los hombres” sosteniendo como absolutas las leyes del statu quo, y neutralizando la realización de una objetividad transformadora. Las posibilidades hacia una nueva sociedad estaban negadas de antemano, consolidándose así el imperio del autoengaño y del malentendido con nosotras mismas y con la realidad.
Emmeline Pankhurst (Mánchester, 15 de julio de 1858 - Londres, 14 de junio de 1928) fue una de las fundadoras delmovimiento sufragista británico. Su nombre, está asociado con la lucha por el derecho a voto para las mujeres en el período inmediatamente anterior a la Primera Guerra Mundial.


Hemos de tener claro, el epígrafe que acompaña el texto es una definición básica que sin embargo la mayoría de la población desconoce, por lo tanto, es necesario subrayarla e implementarla a nuestro léxico, teniendo en cuenta además la carga de infamias que soporta el término como consecuencia de la ley del esfuerzo mínimo y de la estupidez máxima que impera en nuestra “moderna” sociedad, la cual erige sus preceptos basados en dos acciones bastante engañosas: ver y escuchar, más no investigar. En este sentido, la oleada de conceptos mal interpretados en el sistema social androcéntrico, no sólo en occidente, si no en casi todo el globo terrestre entero, contribuyen a que el show business & entertainment1, definan las palabras, moldeen la mente y nos zambullan en una cultura donde la libertad a las ataduras desde falsas jerarquías, sea vista como un error. No ceñirse a las reglas del juego en el arte y en el sistema social significa para hombres y mujeres un señalamiento, una exclusión y un camino directo hacia la soledad.
Cabe aclarar que, no pretendo elaborar un recorrido historiográfico acerca del feminismo y sus complejas corrientes que tiñen aún más de escabrosidad al término; sin embargo, la falta de criterio al momento de aprobar o rechazar esta palabra, casi como si fuera el término maldito, se vuelve para las mujeres un asunto de cuidado. Por lo anterior, si una joven, sentada en un bar a las 2: 30 am, responde que no es feminista, me pregunto si tiene idea de lo que implica esta afirmación, si conoce mínimamente el concepto, y, si realmente no lo es, ¿Tiene ella conciencia de la contradicción ideológica y fáctica que plantea al estar ahí conmigo a esa hora de la madrugada sentada en este bar? Evidentemente, “las mujeres nacemos con la culpa y somos herederas de una moral inquisidora” (Mizrahi, 2003 p. 31). La culpa trae consigo un velo de ignorancia y miedo que tiñe los rostros de muchas mujeres negadas a esta “infame doctrina”. Esta, posee varias corrientes que la convierten en un movimiento social heterogéneo entre las que se destacan el feminismo radical, el feminismo de la diferencia, el feminismo marxista, el  filosófico, el  lésbico y el transfeminismo…por lo tanto, debemos pensar en "feminismos" (en plural) y no en un solo "feminismo", porque esto constituye la otra raíz del oscurantismo que rechaza y desconoce lo que juzga, antes de juzgar lo que discierne. En este sentido, el miedo puede cegar, callar y tapar los oídos; lo que ocurre con estas mujeres es que confunden la diferencia entre su localización social y su localización epistémica2
Grosfoguel (2007) afirma que:
Se puede estar socialmente localizada en el lado dominante de una relación de opresión y asumir una perspectiva epistémica desde el lado dominado de dicha relación de poder. De la misma forma, se puede estar socialmente ubicada en el lado dominado de una relación de poder y asumir una localización epistémica del lado dominante de dicha relación. Precisamente, el éxito del sistema ha sido hacer que los que están socialmente abajo piensen epistémicamente como los que están arriba (p.325).
Por lo anterior, la soberbia masculina presume definirnos virgen, prostituta, hija dócil e incapaz, esclava, esposa fiel o astuta, madre inmaculada o castradora, hermana sumisa o amante cruel… y a nosotras nos parece más conveniente disfrazar nuestras palabras, pensamientos y metas de construcciones categóricas atribuidas a un género para no desagradar al hombre, porque una mujer con ambición molesta, es una arpía o una bruja que en el peor de los casos hay que llevar directo a la hoguera. En efecto, algunas mujeres aseguran que es mejor ser una princesa de Walt Disney, cauta, dócil y abnegada, que cocine para 7 enanos (los hijos), que sin su príncipe no pueda sobrevivir (dependientes del dinero de un hombre rico), y que deban rescatarla de las “garras malvadas” (del conocimiento intelectual), pero, irónicamente, luego la conviertan en un embutido más para ser devorada por el sistema; en una cultura donde se comercializa un cuerpo de mujer desnudo lleno de polímeros extraños que inflan grotescamente la piel recreando artificialmente los “atributos femeninos”, para vendernos hasta un calcetín. Ellas, las que no son feminista, descargan su frustración a través de indirectas en contra de su cuerpo, su trabajo, su marido y sus hijos, dicen estar cansadas y con ellas nosotras (las que si somos feministas) igualmente padecemos somatizaciones, malestares, impotencia, paranoia, frustraciones, restricciones intelectuales y creativas, malhumor, depresión, agitación, adicciones, automutilaciones, sufrimientos, e intentos de suicidios, hasta sentirnos un obstáculo para nosotras mismas y para las demás.

Esther  Ferrer

Es que eso del feminismo, los tacones y el labial rojo ya pasó de moda” respondía otra joven que de no ser porque la conozco bien, simulaba a un niño desgarbado, con los tenis rotos, la camisa amplia y sin una gota de maquillaje en el rostro; parecía una acérrima militante del feminismo más radical, aquella ideología que denigraba a las mujeres en vestidos, maquilladas y con tacos altos, porque esto era la idealización masculina de la femme, una impostación social esclavizante . Con ella, ocurría lo mismo que pasó con la chica en el bar ¿Tendrá alguna idea de lo que me está afirmando? pensé. Nuevamente, la culpa escondida tras sus ojos y forzar su convicción de que “sabía” lo que estaba planteando, no me dejó la menor duda “todas sienten culpa”:
Mizrahi, (2003) Los fantasmas que crecen en nuestras conciencias manipuladas ilustran en qué medida la coerción y la represión del sistema han sido incorporados corno autorrepresión. Nuestras conciencias se moldean según los mandatos de poder. El carácter destructor-activo de la acusación y la condena tiene como escenario principal nuestra propia conciencia. Ahí gestamos la certeza de nuestra culpabilidad. La vivencia de “irregularidad”, el sentimiento de “estar-fuera-de-lugar” nos inducen a aceptar como “natural” la irracionalidad y la arbitrariedad de las condenas. (p.35)

Kathleen Gilje.
Susanna and the Elders, Restored X-ray

La culpa no nos permite creer en nosotras mismas, esta es la triste realidad que trunca cualquier proceso social hacia el equilibrio y el cambio: ni las mujeres que se implantan siliconas, ni las que no se maquillan, ni la esposa, ni la amante, ni la novia, ni la monja, ni la más promiscua de todas las mujeres ha entendido cual es la naturaleza real de un pensamiento feminista, de una idea de libertad consigo misma, no libertinajes que te conviertan en un desecho social, no una ideología que es la deformación de una idea, porque errores ideológicos abundan, el Catolicismo o el Nacismo dan cuentas históricas de ello.
Ahora bien, asumiendo los casos desde otra perspectiva, no es para nadie un secreto, las mujeres más astutas tienen la capacidad de malabarear con la didáctica femenina reciclada de sus madres y la retórica del ideal que plantea el feminismo de la igualdad; ellas protestan, salen a la calle sin sostén, son infieles, trabajan fuera mientras una nana cuida de sus hijos, ganan más que sus parejas, juegan billar, se gradúan con honores y no permiten siquiera que un hombre u otra mujer se sienta superior, pero… “¡NO SON FEMINISTAS!”. Vaya ironía demagógica la que representan estas mujeres y vaya peligro social. La recompensa a esta negación: agradar al mundo, al sistema del arte y a los hombres en general; pero, si realmente son tan poderosas y si pueden manipular a la sociedad tras el velo de la mujer “aparentemente” correcta, deberían empezar dejando a un lado tanta hipocresía y comenzar a nombrar las cosas como son, porque gracias a ello, a esa terrible palabra que hombres y mujeres temen, ellas pueden votar, recibir igual salario al de un hombre, ir a Universidades en lugar de dejar los estudios después del bachillerato, pueden solicitar cualquier empleo, no sólo un “trabajo para mujeres”, pueden recibir y brindar información sobre control de la fertilidad sin ir a la cárcel por ello, toman las decisiones sobre su cuerpo y deciden ser madres o no, son médicas, abogadas, juezas o legisladoras, practican un deporte profesional y pueden ganar medallas, pueden usar pantalones sin ser excomulgadas de una iglesia, inician un negocio y pueden obtener un préstamo usando sólo su nombre y sus antecedentes de crédito, pueden poseer propiedad que sea únicamente suya,  obtienen la custodia de sus hijas e hijos tras un divorcio o una separación y no se lo dan directamente a él . ¿Saben por qué estos beneficios? Porque mujeres y hombres, en un momento de la historia, no tuvieron miedo. De no haber sido por la lucha de nuestras abuelas, madres y hermanas feministas ahora no podrías disfrutar de ninguna de esas obviedades, de ninguna de estas cositas tan “normales”.
Nancy Spero 
Ahora me puedo considerar feminista. Aunque desde el principio ancestral de mi género se me ordenó no hablar, desde que estoy en el útero, un lugar sagrado igualmente femenino, el deseo de dominio patriarcal suscribió pactos de silencio en mi inconsciente, pero, me salvo escribiendo y con ello me resisto a la obediencia.
 Finalmente, y solo por si queda alguna dud, Hernández. (2010) Señala que: 
El feminismo no pretende imponer un matriarcado basado en la violencia contra el hombre, no desea dejarlos sin voto, ni violarlos en las calles, ni matarlos y ultrajarlos como botín de guerra, ni mutilar sus genitales, ni confinarlos en el ámbito doméstico, ni apedrearlos por adulterio. El feminismo no pretende que los hombres sean propiedad de sus madres y luego de sus mujeres, ni desea que los hombres cobren salarios más reducidos, ni tampoco querría desterrarlos de las cúpulas de poder mediático, empresarial y político. No quiere traficar con cuerpos masculinos para el disfrute de las mujeres, ni desea que los niños varones estén desnutridos o abandonados en orfanatos, ni, por supuesto, promovería su marginación social o económica. Tampoco vetaría que los niños varones pudiesen ir a la escuela, ni les prohibirían el acceso a la sanidad o a la Universidad. (p.11) Comprenden que eso es una barbarie anti-natura que no promueve el feminismo, pero… ¿Les parece familiar?

Maurizio-Cattelan

      REFERENCIAS:
Nash, Mary y Tavera, Susanna. (1995). Experiencias desiguales: Conflictos sociales y respuestas colectivas Siglo XIX. Madrid: Síntesis.
Mizrahi, Liliana. (2003). Las mujeres y la culpa, Buenos Aires Argentina: Nuevohacer.
Grosfoguel, Ramón. ( 2007). Trasmodernizar los feminismos. Tabula Rasa. No.7: 323-340.
Autor Desconocido.(2004). “Thank a feminist”. Revista Tertulia: http://las-desobedientes.blogspot.com/2012/01/agradece-una-feminista.html.

Hernández, Rosario C. (2010). Feminismo para no feminista, Las cosas “normales” que debemos al feminismo. España: Federación Mujeres Jóvenes
NOTAS:
1. Show business & entertainment: Más conocido como Sociedad del espectáculo: Una sociedad que antepone la imagen a la verdad y aísla la realidad ante la formación de los cimientos culturales,”… y sin duda nuestro tiempo, prefiere la imagen a la cosa, la copia al original, la representación a la realidad, la apariencia al ser... lo que es 'sagrado' para él no es sino la ilusión, pero lo que es profano es la verdad” Guy Debord.
2. Localización epistémica, se refiere al conocimiento en tanto "creencia justificada como verdad" de acuerdo a una genealogía de pensamiento proveniente de un ambiente social y cultural favorable como sujeto aparentemente “libre”, por lo anterior, no importa si eres indígena, negro o mujer, tienes una epistemología y un imaginario occidental del hombre blanco europeo. Es decir, yo puedo nacer en Colombia y pensar como el colonizador español.

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