"Hope Hippo" (2005) Jennifer Allora y Guillermo Calzadilla |
Escribo este breve texto (espero), respondiendo positivamente al texto de Bia Medeiros que toca algunos puntos que he planteado en dos de mis textos sobre el arte de performance. Sé, y tengo la plena convicción de que estas interacciones son necesarias para todos aquellos que hemos reflexionado sobre este tema con el fin de activar en nosotros mismos y en quien nos lee, esa necesidad de utilizar el análisis para formar un criterio propio. (Es lo que yo espero siempre de mi lector, que forme su criterio). También tengo claro (y dejo claro) que mis argumentos y mi visión sobre el arte de performance, jamás serán para ninguno de los lectores, hagan estos performance o no, una imposición, ni muchísimo menos constituyen una declaración de que mis palabras son una norma, pues deseo evitar a toda costa que mis reflexiones sean tomadas de manera personal, no permitiéndonos aceptar ni revisar a la luz nuestros procesos. Mis textos componen reflexiones que suelen ser obviadas por ser, en la mayoría de los casos, incómodas de ver y de aceptar, pero que deberíamos revisar.
En este texto tampoco habrán citas a ningún teórico del arte por la
sencilla razón de que he considerado que rellenar renglones con arsenales de
citas de otros, solo le aportaría a mi respuesta maniqueísmos y pesadeces
innecesarias; advirtiendo también con el fin de evitar las malas interpretaciones
a esta consideración (porque he notado que debo escribir aclaraciones por cada renglón
que escribo) que el conocimiento teórico del arte es fundamental al momento de
perfilar nuestros criterios, sin embargo, ciertamente cada uno escogerá las
teorías que mejor le convengan, los textos que más se acomoden a su argumento y
las citas que suenen mejor en el párrafo para que tenga ese toque "intelectual" que
tanto nos gusta leer. Entiendo que no por ello un argumento es más valioso que otro, y entiendo también, que jamás dejarán de existir teorías,
textos y citas que se contrapongan a dichos postulados, por eso, hoy me alejo de
esta estrategia discursiva procurando que mis propias palabras sean suficientes; de no
ser de esta manera, aceptaré mi fracaso al no saber entablar una conversación sin
salirme de las enaguas o de las faldas de la teoría oficializada (como deberían hacer muchos de
los que escriben en este medio).
En primer lugar, concuerdo mucho con no cerrar los significados de la performance y “evitar explicaciones
que darían una visión única de las acciones que buscan, en general, múltiples
significados incluso assignificâncias dejando
a los espectadores (que Corpos Informáticos llamam “iteratores”) libres sensaciones
y asociaciones las más diversas”. Sin embargo, puedo notar que durante el
texto se dan muchas explicaciones (de hecho, el texto mismo al cual respondo podría
ser considerado como una muy, muy extensa explicación) y en algunas afirmaciones el texto cierra
la multiplicidad de enfoque que este medio (el performance) debe tener, según considera la autora.
Voy a destacar en este sentido la frase que más me generó dudas, porque además de parecer una norma
general, me hizo pensar que tenía una idea errada sobre uno de los propósitos más destacables del arte de acción:
“El performance no quiere ser activismo, no quiere ser
ciencia. Ella enfrenta la realidad y está completa”
No pude dejar de pensar cómo es esto de que "el performance no quiere ser activismo";
y me confunde sobre todo porque muchos de los artistas que hacen
performance lo hacen precisamente con este carácter, pues ésta, es una de las particularidades más valiosa en el arte de
performance, y con esto no estoy afirmando que el arte de acción siempre deba apuntar al activismo, pero considero que es muy necesario en esta
avalancha de arte capitalista y mercantil como suelen llamarlo los artistas
anti establishment. De
hecho, performances como los de las guerrilla girls, los performances feministas de los 70’s,
el accionismo vienés con
acciones como las de Gunter Bruss, Mühl o Nitsch,
trabajos tan poéticos y al mismo tiempo políticos como los de Josep Beuys, o
más cercanos aún, obras como las de Nadia Granados en Bogotá, cuyo trabajo lo leo como una bofetada directa a la retina y a las hipocresías sociales, sí
que deberían proponer ser activistas (en el caso de que no lo fuesen). Por lo
tanto, dar voz unísona (“el performance no quiere”) a un medio tan poliédrico como este,
constituye una pretensión muy arriesgada cuando no ingenua, porque estaríamos hablando por cada
uno de los artista que hacen arte de acción, y no creo que todos concuerden con
esto.
Ahora bien, alejando las pretensiones
que pueda tener o no una performance y tomando en consideración la segunda parte de la afirmación “Ella enfrenta la realidad y está completa” podríamos estar hablando entonces de la
performance desde un carácter ontológico, es decir, un ente que existe,
pero especulemos que no para el sistema del arte, porque sabemos que este singular medio nació precisamente
al ir en contra del statu quo, no
para el mercado (aparentemente), no para la sociedad porque “no quiere ser
activismo”; entonces, cada acción como “acto voluntario (hi-ato) que tiene como objetivo revelar otro mundo y, al
hacerlo, crear chispas de inteligibilidad” puede ser una afirmación certera, suena muy bien,
pero este objetivo de querer revelar otro mundo no es exclusivo del arte de performance, es propio de todo el arte en general, desde la pintura hasta las video
instalaciones, y de no ser así, ya no estaríamos hablando de arte, estaríamos
hablando de cualquier otra cosa.
Novedad:
Respecto a la novedad, me encuentro de acuerdo con el texto
y con la reflexión que cita del señor Ricardo
Arcos Palma de que “lo nuevo, lo
original, ya no es una preocupación en el arte desde hace casi un siglo” de
hecho, una de las cualidades del arte contemporáneo (no siempre), es el pastiche, sí,
suena muy feo pero es más sincero: citar, mirar al pasado, aludir a movimientos
y a obras constituyen estrategias muy frecuentes en nosotros los artistas y no por
esto las obras necesariamente son piezas con falta de rigor o claridad como lo hace parecer
Avelina Lesper en sus textos; concuerdo con ella en algunos de sus argumentos,
pero en otros me reservo el derecho a disentir.
No, tampoco creo que el performance se mantenga vivo a través
de la novedad, porque ¿quién lo está asesinando? o ¿ya lo asesinaron? Entiendo que se escribió un
texto que se titula “Asesinar al performance” pero señores, un texto no tiene
el poder de arrancar de raíz un medio artístico que además ha sido una de las revoluciones
más importantes en el arte del siglo XX. No se tomen tan apasionadamente los argumentos que refuten
o cuestionen sus preceptos, no están insultando a su mamá, el performance no
tiene que sobrevivir a nada, el arte de performance es (de ser) y así como la pintura con sus múltiples y fallidos
asesinatos, sigue estando más viva que nunca. Hay una gran cantidad de
performances que se alejan de los gestos repetidos a los cuales hago alusión y
son excelentes trabajos tanto en sus aspectos plásticos y formales, como en sus planteamientos conceptuales y puedo destacar entre ellos el trabajo de Jennifer
Allora y Guillermo Carzadilla, el performance “Habla” de Cristina Lucas, “In
Orbit” de Ward Shelley y
Alex Schweder, “Eunoia” de Lisa Park, “nothingtoodoo” de Terence Koh, “The Mending Project” de Beili Liu, “Draw a line” de Janine Antoni, "Pero yo soy el tigre" de María José Arjona,“C´est La Vie” de Sylvie Fleury y así
como estos, muchos otros.
"In Orbit" (2014) Ward Shelley y Alex Schweder
Sin embargo, si alguien en realidad leyó mi texto, pudo notar
que siempre fui muy puntual y clara en que el uso de estos gestos no siempre son
abordados de forma ligera y que existen trabajos en los cuales resultan sumamente coherentes
y necesarios. ¿Alguien leyó esa parte? ¿No? Entonces refresquemos esa memoria:
Sobre el desnudo: “En
efecto, el desnudo por supuesto que puede ser utilizado en la performance y de
hecho, hay acciones que necesitan puntualmente de él, y como ejemplo destaco la
acción de Ulay y Marina Abramovic “Imponderabilia”, donde los
espectadores debían pasar en medio de los dos artistas desnudos para poder
acceder a otra sala; la acción ha sido recreada en varias ocasiones incluso por
la performer colombiana María José Arjona en el MOMA durante el año 2010”
Sobre el uso del vestuario rojo: “Estamos diciendo mucho al mundo cuando utilizamos un color”. Sin
embargo, debemos evaluar la pertinencia o no de este color en una acción y no
deberíamos utilizarlo de forma automática.
Sobre el uso de la carne cruda: “Como mencioné anteriormente, esto no significa que usar la carne
cruda en un trabajo de performance no tenga coherencia o carezca de sentido, el
punto es invitarnos a pensar cuándo es pertinente o no la utilización reiterada
de este elemento”.
Sobre embadurnarse con pintura, fluidos o alimentos: “El asunto es saber en qué performance, en
qué momento y con qué sentido es este un acto coherente o necesario”
Sobre escribirse en el cuerpo: “Sin embargo, no siempre utilizar este recurso es banal, trabajos tan
poéticos y al mismo tiempo fuertes plásticamente podemos encontrarlos en la
obra del artista chino Zhang Huan quien últimamente ha llamado bastante mi
atención. Otro trabajo muy importante y que hace parte de estos hitos
performáticos es “Transfer Drawin” 1971 de Dennis Oppenheim en
el cual el artista dibuja sobre la espalda de su hijo Erik y este transfiere a
una pared a través de su sistema sensorial lo que su padre dibuja sobre él”.
Sobre el uso del agua o el hielo: “puede estar muy presente en acciones que se presentan con mayor
frecuencia desde el ritual, y esto es aceptable. Debemos evaluar muy bien a la
hora de hacer nuestros performance su pertinencia”
Y finalizo: Para concluir, el problema no radica en que por hacer parte de
esta reflexión, no se deban utilizar estos elementos o gestos, pues de hecho
reitero que algunos de estos son de absoluta coherencia para dar sentido a una
propuesta que necesite plantear un mensaje o una reflexión de forma específica.
Tampoco se pretende desprestigiar un medio como este, pues la performance
desde sus inicios ha rescatado el acto creador del artista y ha revalorizado de
manera especial el cuerpo humano y cómo éste es soporte y medio para ejecutar
una obra de arte.
Si leyeron bien, y era lo que esperaba, mi
reflexión siempre ha puntualizado en estar conscientes de cuáles son los
elementos formales que constituyen una acción performática y el porqué de su pertinencia; ahora, si el artista
quiere hacerlo o no, para eso existe el libre albedrío. Éste es el propósito de
mi reflexión y reitero que lo será siempre. Esta vez espero haber sido completamente clara
en ello.
"nothingtoodoo" (2011) Terence Koh |
Arte y ONGs:
Dice aquí la autora: “Ursula Ochoa, en El gesto real…, también insiste en
esta tentativa de coincidir arte e trabajo efectuado por ONGs”
Respondo: No, yo no insisto
en esta tentativa, algunos artistas lo hacen.
Cita de nuevo la autora: “También destaca este
intento de Lesper para que coincida con el arte y el trabajo realizado por las
ONG:
Una performance también debería ser evaluada desde una serie de
criterios formales, pues analizarla desde su finalidad y rotularla de manera
radical como un acto puramente vacío y escenificado, cargado más que de
realidad de falsedades, suele convertirse en un error apresurado de la crítica
actual, tanto como es un error esperar a que el arte sea una actividad
redentora y que su principal finalidad sea el auxilio social.” Es curioso aquí que
utilice esta cita dado que mi intención en ella fue de manera concreta ponerme
a favor de los artistas que hacen performance y refuto allí los argumentos de Lesper,
sobre todo aquellos en los que evalúa a los performances desde una finalidad
redentora, señalando que no logran un cambio social verdadero.
Mi punto en ese
texto, es precisamente que el arte de performance o cualquier otro
arte no tiene la obligación de “cambiar el mundo” (puede tener esa intención si
el artista lo considera, pero este no es un fin propio del arte) en primera
instancia, porque esta pretensión ya la tuvo el arte en el siglo XIX y al igual que el asunto de la originalidad, esta consideración sería igual de anacrónica y segundo, porque yo jamás
he considerado que el arte deba tener un propósito de carácter ONG como lo
nombra Avelina; los artistas no tenemos que imponernos metas como cambiar el mundo (si a duras penas nos exponen los trabajitos), de igual manera concuerdo con Carlos Monroy cuando cita a Deleuze en
que “el impacto de una performance puede ser
creativo y/o político, pero no se hace política de partidos, política de
Estado, no participa de la máquina de Estado”. Mi pensamiento refuta la concepción utilitaria del arte y no tengo que citar a ningún teórico para estar clara en
ello. Me parece un acto reprochable apartar citas de textos para poner
palabras en la boca de los autores, que jamás han dicho. ¿Están seguros de que
me están leyendo de manera completa y objetiva? o solo están haciendo una lectura fragmentada y llena de prejuicios. No porque en un texto cite a
Avelina Lesper significa que estoy de acuerdo con ella en todos sus argumentos (esto también va para algunos lectores) porque a pesar de que desmantela algunas
verdades poco agradables para muchos, (por ejemplo, si Avelina ve mi obra, dirá
que soy una mediocre), es cierto que sus declaraciones son generalizadoras y
cerradas. Sin embargo carácter crítico, si tienen, aunque no esté a favor de nuestros argumentos, esto es lo
que el medio del arte necesita entender, un crítico de arte no es crítico de
arte porque favorece mi trabajo, y no deja de ser crítico de arte cuando refuta mi
obra; esta suposición es además de infantil, poco profesional y ya estamos grandes para esto.
En relación a los “cliches”, yo definitivamente le quitaría
las comillas por la siguiente razón:
Del fr. cliché: Lugar
común, idea o expresión demasiado repetida o formularia (RAE).
Espero con este pequeño
comentario que no me salgan con que la (RAE) es una institución opresora del
sistema que intenta imponernos a través de sus directrices lingüísticas…
(bla,bla, bla). Un gesto repetido en una performance constituye un cliché nos guste o no. En relación a divertirse, me encuentro de
acuerdo en que el arte puede ser divertido y aunque mis inclinaciones conceptuales
no están muy en este vértice, claro que podría ser así y también creo que es
muy necesario.
Para concluir este texto,
(que no fue breve, como lo sospechaba) creo fielmente que como artistas tenemos la
obligación de ser sinceros con nosotros mismos, consecuentemente con nuestra
obra y por supuesto con el público que nos observa, quienes son, en primer lugar, los más importantes y al mismo tiempo más descuidados en este espinoso, vanidoso, egoísta, hipócrita y poco o nada objetivo mundo del arte. Si como artistas tenemos la conciencia de que estamos realizando un trabajo juicioso y sincero, no tendría por qué alertarnos tanto lo que escriban o dejen de escribir las personas que cuestionan nuestro arte; ahora, si en el fondo sabemos que estas reflexiones pueden poner en "peligro" nuestro trabajo, esto significa sin lugar a dudas que no hemos sido muy sinceros, ni con nosotros mismos permitiéndonos caer en la mediocridad, ni con nuestra obra, y mucho menos con el espectador, y entonces, en lugar de reaccionar como hienas asustadas, tenemos la plena obligación de revisar nuestro trabajo y alejarnos de prejuicios y testarudeces personales que se vuelven casi siempre, lastres innecesarios.
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